Va el chuequito cruzando la calle
abarrotada de transeúntes y automóviles.
Le cuesta llegar hasta la otra acera,
sus pasos torcidos
la petaca en bolsa de nylon
que usa como combustible.
Luego de diez minutos
bocinazos y puteadas
logra cruzar la calle.
EL combustible se acabó
el chuequito festeja su pequeño triunfo personal.
Todo sudado, se quita el saco
marrón gastado, y pasa un pañuelo en la frente gastada.
Apenas levanta la vista para constatar
el chuequito se equivocó de dirección
la cita era la cuadra pasada.
Se apoya sobre sus rodillas
con determinación
—y dificultad—
entra al super de los chinos.
Necesita combustible para volver.
Estas observando mucho la realidad urbana. Bs As nos traga
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By: Gonzalo on 8 junio, 2011
at 22:54